Recientemente ha saltado la noticia de que el ingeniero y profesor retirado de origen taiwanés, aunque residente en USA, Peter Tsai, ante la expansión de la covid-19, optó por abandonar su jubilación, de la que llevaba dos años disfrutando, para montar un laboratorio en su casa con el fin de estudiar opciones para reciclar las tan deseadas y escasas en un primer momento mascarillas KN95, que precisamente él y su equipo de investigación inventaron y desarrollaron en la Universidad de Tenesee en 1992.
Así, tras varias pruebas que incluían la larga exposición al sol, entre otras, llegó finalmente a la conclusión que la forma más válida de tratar una mascarilla KN95 para su reutilización es calentándolas la 70 grados celsius durante una hora utilizando una tecnología de calor seco.
Estas conclusiones las hizo públicas en este enlace:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7161499/
Con la finalidad de contribuir a la detención de la propagación del coronavirus.
Tsai ha declarado que: «Prefiero vivir el resto de mis años con la certeza de haber ayudado a salvar vidas que hacerme rico». Todo un ejemplo a seguir.