Es un hecho que las mascarillas de protección personal EPI se han instalado en la vida ordinaria hasta que se encuentre una vacuna o la manera efectiva de detener la propagación del COVID-19. Por ello seguimos tratando temas relacionados con su uso que no perjudiquen su efectividad.
Vemos por la calle y lugares públicos cómo algunos ciudadanos se despojan de sus mascarillas y, tras plegarlas, las guardan en un bolsillo cuidadosamente. Pero esto es algo que no sólo no contribuye a conservar su poder antipropagatorio o contaminante, sino que quizá multiplique el mismo, ya que los bolsillos no son el lugar más apropiado para guardar una mascarilla higiénica, pues suelen ser un foco contaminante.
Del mismo modo, tampoco es una buena idea quitarse la mascarilla y dejarla sobre la mesa, o sobre un mueble, ya que así la estamos exponiendo a los agentes externos contaminantes y al volverla a reutilizar, sin darnos cuenta, quizá estemos contribuyendo a nuestra propia infección vírica.
Por lo tanto, como indican las autoridades sanitarias habitualmente, lo más aconsejable es guardar las mascarillas en una bolsa de papel o de tela que usemos en exclusiva para este uso. Sólo así podremos hacer efectiva esta que es la que, por el momento, se ha convertido en nuestra mejor arma contra el COVID-19.