Desde el comienzo de la pandemia y el uso generalizado de mascarillas, hay un sector de la población que ha visto limitada considerablemente su vía de comunicación. Nos referimos a la gente sorda, ya que les resulta imposible detectar la lectura de labios de sus interlocutores. Por eso desde distintos colectivos sensibles a este asunto e instituciones públicas han aupado y puesto en marcha iniciativas para desarrollar una mascarilla transparente que permita la visibilidad de la boca al tiempo que proteja del contagio del covid-19.
Así, hemos visto cómo han surgido en el mercado una gran variedad de mascarillas invisibles cuyos precios varían según sus características, llegando a alcanzar hasta los 250 euros en el caso de la más cara.
El principal inconveniente con el que se han topado ha sido la homologación, pues para evitar que se empañen se requiere de una válvula, y en algunas legislaciones postpandémicas el uso de mascarillas con válvula se ha prohibido.
Estamos pues a la espera de que alguno de los muchos proyectos de materiales transparentes y filtrantes pasen las cortapisas legales y logren entrar en el mercado para ayudar a la gente con necesidades especiales a que superen esta barrera de comunicación.