Cuando comenzó a expandirse la pandemia del covid19 por el mundo, en algunos países donde no existía la costumbre de usar mascarillas en los espacios públicos, su uso suponía un claro síntoma de excentricidad. Pero hoy día, pasados siete meses desde que el mundo abrió los ojos ante la verdadera peligrosidad del coronavirus, el uso de las mascarillas se ha normalizado y la población está claramente concienciada de su efectividad a la hora de frenar su expansión.
Uno de los aspectos más debatidos por las autoridades sanitarias alrededor del planeta a la hora de imponer su uso como obligado, es el sentimiento de falsa seguridad que da a aquellos que usan mascarilla, pudiendo llegar a ser perjudicial en teoría, ya que se da a entender que al llevarla los ciudadanos descuidan otras medidas de higiene y de prevención de su contagio, tales como lavarse las manos con frecuencia, respetar la distancia de seguridad interpersonal, etcétera.
Pero cada vez más estudios contrastan y dan por hecho su verdadera efectividad ( incluyendo a la propia OMS, que en un primer momento fue contraria a la extensión de su uso en lugares cerrados, incluso ).
Lo que no está de más es seguir informando a la población que su uso es realmente efectivo si se combina con otras medidas contrastadas y así poder pasar página en esta escabrosa situación mundial en la que nos encontramos.