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Esta es sin duda una mala noticia para todos los deportistas. Y es que, según advierten los distintos colegios oficiales y sociedades médicas deportivas de cada vez más países del mundo, se evidencia la necesidad de usar mascarilla cuando se practica deporte en recintos deportivos cerrados. Y, atención, porque no se refiere sólo a la práctica deportiva donde haya contacto físico con otras personas, sino a la práctica deportiva individual. Y ahora les expondremos los argumentos.
Debido al incremento de ventilación pulmonar que tiene lugar cuando practicamos deporte, nuestros organismos se convierten en auténticas esponjas de patógenos. Por lo tanto, si en gimnasio se encuentra algún portador, su capacidad de transmitir el virus se aumenta debido a su aumento de ventilación pulmonar, lo que, además, provoca que los demás deportistas sanos, ventilando con mucha mayor intensidad, por su parte, tengan más opciones de contaminarse con el covid-19.
Por ello, aún a pesar de que no existan estudios concluyentes al respecto, todo parece indicar que debería usarse mascarilla para realizar deporte en recintos cerrados con el fin de detener la curva de infectados en esta segunda ola del coronavirus.

Acercándonos al millón de fallecidos a causa de esta pandemia, cualquier atisbo de esperanza es bienvenido, y más cuando proviene de fuentes científicas. En este sentido hoy queremos hacernos eco en Biosalud de un artículo publicado por los inmunólogos de la Universidad de California, Monica Gandhi y George W. Rutherford, en el que apuntan a que el enmascaramiento global de la población mundial parece estar paliando la gravedad de los síntomas en la infección de los individuos afectados, al mismo tiempo que parece estar provocando que los nuevos casos sean en mayor grado asintomáticos.
Ésta realidad que parece estar produciéndose tiene un término científico que la define, y es variolación. La variolación es un tipo de profilaxis empleada desde tiempos remotos y que consiste básicamente en infectar a las personas sanas de forma controlada para provocar que sus organismos reaccionen provocando la inmunidad biológica.
Entre los datos que parecen corroborar este estudio está la bajada del índice de infectados entre los trabajadores de la sanidad pública estadounidense después de que se generalizara el uso de mascarillas entre estos a partir del mes de marzo.
La evidencia del uso de mascarillas en la asintomatología de los afectados, del mismo modo, parece ejemplificarse en el caso del crucero argentino en el que, tras detectarse la presencia del coronavirus, se proveyó a los ocupantes del barco de mascarillas de manera inmediata; tras lo que se pudo constatar que el índice de afectados asintomáticos fue del 81% ( cuando este suele ser del 20% habitualmente )

En el actual rebrote de la covid-19 que está dándose a nivel global, llama la atención que esté sucediendo cuando el hábito de usar mascarillas ya está extendido e interiorizado por la gran parte de la población.
Y es que según indicios obtenidos de los informes de seguimiento, al parecer la mayoría de las nuevas infecciones tienen lugar en el ámbito social y familiar.
Tras los meses de cuarentena, todos necesitábamos volver a reunirnos con los amigos y la familia, y cuando lo hemos podido hacer no hemos dudado en disfrutar el momento… sin mascarilla.
Y es que es precisamente en estos actos de interacción social cuando más riesgo se corre, pues al hablar es cuando más fácil es que las partículas infectadas pasen de un organismo a otro sin apenas impedimento.
Así es que es en este momento, cuando los índices comienzan a dibujar una segunda curva ascendente de casos, cuando algunas autoridades alertan a sus ciudadanos que tomen estas reuniones con la cautela y precaución que la situación requiere.

La corta vida de las mascarillas y su continua renovación, hace que muchos ciudadanos se hayan hecho la pregunta de ¿dónde debería tirar las mascarillas usadas para causar el menor impacto medioambiental?
Cuando se desecha una mascarilla es recomendable introducirla en una bolsa de plástico individual antes de arrojarla en el cubo de basura, es más, hay quien ha aconsejado tener una cubo con tapadera exclusivamente para las mascarillas, para evitar la contaminación de otros miembros del núcleo convivencial.
En el caso de tratarse de una persona infectada se recomienda que la mascarilla desechada sea introducida no en una, sino en dos o incluso tres bolsas y que sea almacenada en un cubo de basura exclusivo que deberá estar en su propia habitación. Por supuesto, ni qué decir tiene que tras su manipulación se hace necesario el lavado de las manos adecuadamente.
En cuanto al lugar en el que debe depositarse las mascarillas, no hay que usar en ningún momento el cubo del papel o cartón ni el de los orgánicos, sino que hay que informarse si en nuestro municipio se han habilitado contenedores de descarte, que suelen ser de color gris o verde. En caso de que no existan, deben de arrojarse al contenedor de la basura ordinario, eso sí, teniendo en cuenta que las mascarillas vayan, como mínimo, protegidas por una bolsa de plástico además de la que contiene el resto de la basura.
Ni qué decir tiene que arrojarlas al suelo, como desgraciadamente ocurre en algunas ocasiones, no sólo suponen un peligro para el medioambiente, sino que pueden ser un foco de contagio para el resto de las personas.

Reconozcámoslo, llevar todo el día la mascarilla puesta es incómodo y quien más y quien menos nos la tenemos que quitar de vez en cuando para tener la sensación de respirar aire directamente a los pulmones. Claro, esto siempre que no estemos en una situación de peligro claro.
Aunque de este pequeño gesto a llevar la mascarilla de pulsera, de sujeta papada o dejarla colgando del espejo retrovisor del coche cual ambientador de pino de los años ochenta, hay mucha diferencia.
Como se ha venido indicando desde un principio, el acto de ponerse y quitarse la mascarilla ha de llevarse a cabo con mucha precaución, pues el contacto con las manos sucias puede acarrear un contagio por contacto. Así mismo, es importante tener en cuenta dónde se deja la mascarilla cuando no la estamos usando, pues no es aconsejable dejarla al aire libre, ya que puede ensuciarse y contaminarse igualmente.
Lo ideal es llevar siempre a mano una pequeña bolsita de tela o de papel ( un sobre de carta podría valer para tal fin ) y lavarse las manos con solución hidroalcohólica antes de manipularla.