Contrastado el hecho indiscutible de que la mascarilla se ha convertido en la medida más fiable para evitar el contagio del COVID-19, ha surgido un síntoma unido a su uso continuado, y es el de la cefálea o dolor de cabeza.
Los motivos de esta sintomatología todavía no están claros, pues aunque en un primer momento parecen ir asociados al hecho de que las mascarillas impiden la renovación del aire de manera fluída y continuada, hay investigaciones que quieren vincularlo con la condición alodina, que es la que también usan algunos buceadores inexpertos, y que se solventaría aflojando las gomas o buscando el tipo de mascarilla que menor presión ejerciera tanto en la cara como tras las orejas. Siempre, claro está, sin olvidar que no hay que dejar aperturas en los laterales, pues estas podrían convertirse en puertas de entrada del virus.
Desde Biosalud aconsejamos a todo aquel que se vea en la obligación de tener que llevar las mascarillas durante largos periodos de tiempo, que programe pequeños descansos en los que pueda salir al exterior para quitarse la mascarilla y respirar aire puro.
Esto es muy probable que ayude a paliar los molestos dolores de cabeza.