Su uso entre la población no es muy común, pero todavía podemos ver entre los ciudadanos y los trabajadores que trabajan de cara al público en entornos no sanitarios, con personas que usan las láminas de acetato frente a su cara.
Desde luego que, a pesar de transmitir a primera impresión, una sensación de seguridad, lo cierto es que son un auténtico peligro, tanto para sus portadores como para quienes les rodean. El motivo es que sólo protegen de las microgotas que expulsa quien las usa al hablar o toser, pero no hace nada frente a los aerosoles, que se cuelan libremente por la parte inferior y los laterales; tanto en una dirección como en la contraria.
Su uso, pues, debe de circunscribirse al ámbito sanitario para frenar las salpicaduras directas de fluidos. Y se puede hacer una excepción en los casos en lo que estemos interactuando con una persona sordomuda y sea necesaria la comunicación con ella.