Reconozcámoslo, llevar todo el día la mascarilla puesta es incómodo y quien más y quien menos nos la tenemos que quitar de vez en cuando para tener la sensación de respirar aire directamente a los pulmones. Claro, esto siempre que no estemos en una situación de peligro claro.
Aunque de este pequeño gesto a llevar la mascarilla de pulsera, de sujeta papada o dejarla colgando del espejo retrovisor del coche cual ambientador de pino de los años ochenta, hay mucha diferencia.
Como se ha venido indicando desde un principio, el acto de ponerse y quitarse la mascarilla ha de llevarse a cabo con mucha precaución, pues el contacto con las manos sucias puede acarrear un contagio por contacto. Así mismo, es importante tener en cuenta dónde se deja la mascarilla cuando no la estamos usando, pues no es aconsejable dejarla al aire libre, ya que puede ensuciarse y contaminarse igualmente.
Lo ideal es llevar siempre a mano una pequeña bolsita de tela o de papel ( un sobre de carta podría valer para tal fin ) y lavarse las manos con solución hidroalcohólica antes de manipularla.